Me acerco y alejo de la pantalla, pero no, las letras no desaparecen, no es una macabra ilusión producto de mi deseo; parece haber alguien más aquí. No puedo dejar de leerlo y de sentir un horrible pánico...
Conservo mi cuchillo, con él he contado el tiempo que llevo en este barco, al menos desde que desperté. Cinco marcas en mi brazo, cinco largos días. Tal vez más, o sólo uno, pero, ¿cómo puedo saberlo? Parezco estar en el maldito averno, no hay más claridad que la emitida por las luces de emergencia.
Ahora sé cómo se sintió Teseo, pero sin Ariadna. Conservo mi cuchillo.
No estoy sola.
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