DIA QUINCE

He estado atareado, me pasado días buscando piezas que me sirvan para poder ampliar la señal del transistor, he conseguido mejorar la señal un poco, pero todo lo que recivo es esa vieja emisora de música de la cual sólo reconozco canciones de Édith Piaf. Debería salir a cubierta donde la señal mejoraría notablemente pero la idea de abrir la puerta que da a cubierta me horroriza más de lo antes lo haya hecho ninguna otra cosa, supongo que padedco una extraña agorafobia que nunca había sentido. Dejaré aquí el transistor por si quieres utilizardo en cubierta yo no tengo el valor.

Me quedan ocho cigarrillos


SUAVE

No podía imaginar que algo tan simple como la brisa en la cara pudiera ser tan imprescindible. Subí a cubierta, he dejado atrás ese obsesivo sueño, vuelvo a dormir sin horrores ni sudores fríos, vuelvo a descansar,a pensar con algo de claridad. No me hacía a la idea de la inmensidad del barco en esos pasillos, todos iguales, angustiosos. He visto un amanecer, creí que mis ojos no podrían soportar tal claridad. La oscuridad del interior se me hace cada vez más densa, aunque siento que mi visión se parece cada vez más a la de un ser nocturno. Para mi cerebro esa penumbra es abrumadora e insoportable.

¿Por qué no he encontrado tripulación, pero sí comida y medicamentos para sobrevivir? ¿Estamos solos tú y yo? Creo que sólo quiero saber por qué estoy aquí, no logro recordar cuál era mi misión.

Quisiera tener alguna esperanza con ese transistor. No puedo evitar ser pesimista.

DIA ONCE

Me he pasado varios dias buscando a la chica de la pantalla, ni rastro. Empiezo a conocerme partes del barco, empiezo a moverme por los largos y estrechos pasillos a oscuras como si anduviera por mi casa, empiezo a conocer el terreno, empiezo a manejarme en el. Los dias son largos y aburridos, oscuros y solitarios, siento una sensación similar a la que un preso debe sentir en su celda, una sensación de claustrofobia pese a que las paredes que te retienen no son pequeñas y una sensación de agorafobia cuando salgo a cubierta que se debe asemejar a la que sienten los presos cuando salen al patio y ven la libertad pero no pueden alcanzarla.

Ayer mientras paseaba por uno de esos pasillos que ya me son familiares escuché un ligero ruido, algo que sentí más que escuché, fui abriendo puertas dirigiendome a la fuente de aquel sonido sordo casi imperceptible hasta que dí con una habitación vacia, sin salida, pero con un viejo transistor, viejo aunque en perfecto estado, en el que sonaba La Vie in Rose de Edith Piaf. Deje terminar la canción y luego intente sintonizar algo más sin ningún éxito.

He encontrado tabaco.
Me quedan dieciseis cigarrillos.

ÓXIDO

He tenido un sueño recurrente. Subo por escaleras mecánicas de longitud infinita, subo hacia ninguna parte, colgando en el vacío, comiendo pistachos que van apareciendo, más y más, de un saco sucio que tengo a mi lado. Al morderlos algo raro ocurre. Un fluido invade mi boca, sangre, su sabor es inconfundible, hierro, como si lamiera insistentemente mi cuchillo tras una cacería. Cuando parece que me voy a abandonar a la locura me hago insignificantemente fina, como papel de fumar, y caigo por el hueco final de las escaleras, caigo, hasta darme de bruces con el suelo de este barco.
Desconozco las veces que he tenido este sueño, pero una cosa es clara, me ha producido una especie de amnesia retrógrada, por esto me ha costado tanto encontrar de nuevo esta sala que permite mi desahogo. He deambulado desesperadamente para salvar mi alma. No habré dormido unos días, pero sé que no soy producto de tu imaginación, yo podría haberte curado.

Aunque ya no cuento los días, mi cuchillo me acompaña, fiel. Sigo teniendo miedo, tal vez no seas un enemigo, tal vez juntos sería más fácil encontrar algún rumbo. Tal vez sea yo mi peor enemiga...

DIA NUEVE

Según lo que marca el ordenador ha pasado una semana, a mi me han parecido meses.

El DIA TRES me desperte con una fiebre terrible, la frente me ardia y el dolor persistente de cabeza se volvio insoportable. Tome un cocktail de paracetamol, tramadol y metamizol pero apenas mejoro la situación. Sentia esos pinchazos constantes en la cabeza como si te la perforaran desde dentro.
El DIA CUATRO la fiebre me subió, practicamente no recuerdo nada de los dias siguientes, pesadillas, alucinaciones debidas a las fiebres, alucinaciones debidas a los cockteles de medicamentos que me preparaba.
El DIA SIETE recuerdo pasear por un largo pasillo con algo de comida bajo los efectos de la Oxicodina que encontre en la enfemería, y ver una silueta al final del pasillo, depués me desperté en mi camarote convencido de que habia sido una alucinación.
El DIA OCHO me deperté y el dolor de cabeza habia desaparecido, la fiebre habia remitido me eche mi primer cigarro desde hacía mucho.
Hoy me despertado como nuevo, todos los rastos de enfermedad han pasado y me siento mejor que nunca pese no haber comido apenas en toda la semana. Esa situación de bienestar a desaparecido al ver que en el ordenador hay un texto que yo no he escrito. Un nudo se me forma en el pecho y una sensación de pánico en lugar de una de alivio se apoderan de mi. ¿No estoy solo? ¿Escribi yo el texto bajo los efectos de la fiebre? Pienso en todas las posibilidades y ninguna me alivia.
Pero hay alguien más aqui, ¿dónde estará ahora?, tal vez haya esperado que apareciera pero ha pasado toda una semana y perdería las esperanzas
. Me fumo tres cigarrillos del tirón. Siento miedo, alegría, esperanzas, desconfianza, pero debo encontrarla, tal vez entre los dos consigamos encontrar una manera de salir de aqui.

Me quedan doce cigarrillos.

EMERGIENDO

Me acerco y alejo de la pantalla, pero no, las letras no desaparecen, no es una macabra ilusión producto de mi deseo; parece haber alguien más aquí. No puedo dejar de leerlo y de sentir un horrible pánico...

Conservo mi cuchillo, con él he contado el tiempo que llevo en este barco, al menos desde que desperté. Cinco marcas en mi brazo, cinco largos días. Tal vez más, o sólo uno, pero, ¿cómo puedo saberlo? Parezco estar en el maldito averno, no hay más claridad que la emitida por las luces de emergencia.

Ahora sé cómo se sintió Teseo, pero sin Ariadna. Conservo mi cuchillo.

No estoy sola.

DIA DOS

No he dormido apenas. Unas cuatro horas, el dolor de cabeza sigue ahí, unos pinchazos persistentes. He encontrado comida de sobra, todas las provisiones están en perfecto estado, la cocina de gas funciona perfectamente y me he preparado unos espagueti a la boloñesa para cuatro que me he comido de una sentada, parece que llevo varios dias sin comer.

Sigo sin encontrar a nadie, pero he encontrado en el cuarto de la limpieza las llaves de todos los camarotes del barco, me llevará mucho tiempo explorar todos pero por lo que parece tengo todo el tiempo del mundo.

He intentado arreglar la radio y los sistemas de comunicación por satélite, no parece que haya nada averiado pero no responden, ni un componente quemado, ni un cable, todo esta intacto como recien montado pero no funciona.

Me quedan quince cigarrillos.